Existe un refrán que dice que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco, y creo que de lo último que mencioné pues tenemos más, y me refiero no a la locura de la cual serían capaces de encerrarnos en un manicomio, no, lo que quiero comentarles es, cómo ciertos acontecimientos o situaciones son capaces de llegar a marcarnos tanto en algún momento de nuestra vida que a lo largo del tiempo no se olvidan y pueden crear ciertos traumas psicológicos. Me puse a leer un poco y encontré muchas definiciones para la palabra “trauma psicológico”, como todo en la psicología, se emplean términos muy enredados. Tomé esta nota basada en el conductismo que se apega bastante a lo que quiero compartirles:

“Los síntomas clásicamente asociados con un trauma son explicados a lo largo del siguiente esquema: un individuo asocia una respuesta, por ejemplo, sentir miedo, a percibir un cierto estimulo, por ejemplo, al ver un delantal blanco, como consecuencia de haber tenido una serie de experiencias negativas, o penosas, en este caso, en la manos de alguien que usaba un delantal de ese color. Esa misma persona podría experimentar una respuesta totalmente diferente (por ejemplo, placer) al percibir el mismo delantal si la asociación fuera con algo agradable (por ejemplo, una buena comida).”

Sintiéndome Sigmund Freud, tomé papel y lápiz y pregunte a mis amigos si existía algo que les causara alguna molestia, miedo o alguna clase de sentimiento no considerado normal, y que sintieran que podría tener una posible relación con un hecho pasado, y esto fue lo que encontré:

Más de dos amigas me confesaron que ellas sienten mucho miedo de relacionarse con alguna persona que le guste el alcohol, puesto que ellas son hijas de padres alcohólicos que llegaron al punto de la violencia intrafamiliar. Esto las ha marcado, y consideran que es un trauma, ya que una de ellas terminó una relación por este motivo, por el miedo de no volver a vivir lo que vivió en su infancia.

Hay un caso curioso, el de otra amiga, su trauma es relación con los alimentos, ella comenta que su mamá le exigía comer casi casi con cinturón en mano o con lo que tuviera más cerca, la obligaba a comer: jugo de betabel con zanahoria, jugo de naranja con 2 yemas de huevo crudas, huevo tibio, sesos de vaca o caldo de pescado. Resulta que ahora no la haces comer nada de esto, pero ni a patadas! Hasta el punto que jura que a su hijito jamás se los dará de comer.


Otra personita, por una limitación económica que sus papás tenían cuando era pequeña, no podían comprarle zapatos, usaba los de su abuelito ya que para desgracia de ella, calzaban el mismo número (por lo regular eran botas de campo) a ella le daba muchísima pena usarlos, pero ni modos, se las tenia que poner, por lo que ahora, derivado de esta situación, se la vive comprando zapatos, al parecer tiene más de 100 pares (y me consta porque lo he visto).

Para cerrar esta entrada, voy a mencionarles algunos de los tantos traumas que tiene la que escribe esta nota, uno que me ha marcado mucho, y que a la fecha no me lo he podido quitar o vencer, es el hecho de que me da muchísimo miedo y me pone demasiado nerviosa el manejar en carretera, desde que aprendí a manejar, no lo he hecho, únicamente tramos muy cortos, lo máximo, Chiapa de Corzo y aeropuerto (y con un gran hoyo en el estomago jeje) y considero que esto tiene relación con un accidente que sufrimos toda la familia hace ya mucho tiempo, pero fue muy trágico, y es posible que eso fue lo que me afectó. Otro, cuando era niña, padecí de las plaquetas constantemente me hacían estudios de laboratorio, por lo que ahora, cada vez que me van a sacar sangre, me tiemblan las piernitas y mis manos parecen cascadas de tanto que sudan.

No sé si los traumas que se comentaron sean para una visita al psicólogo, lo importante es, reconocerlos y saber su origen, tratar de controlarlos y que no nos lleguen a dominar. Nos queda echarle muchas ganas y seguir adelante!

Seguimos en contacto, saludos.