Desde que tengo uso de razón, he sabido que el gato tiene la privilegiada fama de contar con 7 vidas, en realidad, desconozco las razones que la originaron; pero sí tengo infinidad de motivos para compararme con este felino, que por cierto ¡no me gusta para nada!
Son varias las ocasiones en la que me he librado de pasar a mejor vida, la primera, de la cual yo no tengo recuerdo, (pero que mis hermanos mayores me cuentan) es que cuando estábamos chiquitos mi hermano Pepe, 5 años mayor que yo, tuvo la maravillosa idea de llevarme a escondidas de mis papás al parque del Niño de Atocha, en donde habían unas rampas que los niños utilizaban como resbaladilla, como ya les mencioné, eran solo rampas, una de ellas con una altura aproximada de 3 metros, en la que precisamente me tuvo que subir, él de 8 años y yo de 3, ¿que cuidado o precaución podría tener? ¡Ninguna!... y allá voy… salí volando… y lo primero que fue a dar al suelo fue mi cara; me abrí la quijada y tuve un herida de aproximadamente 5 centímetros, que obligó a que me llevaran a la cruz roja y me suturaran, dejándome una cicatriz que hasta la fecha se ve jeje.
Otra que recuerdo muy bien, cuando tenía aproximadamente 8 años, en una tarde recién terminaba de llover, estaba descalza y con los pies mojados, y se me ocurrió sacar algo del refrigerador, pero en aquellos tiempos, los refrigeradores tenían el aza mitad plástico y mitad metal, además de que eran enormes; como ya les mencioné, yo iba con los pies descalzos y mojados, abrí JUSTAMENTE en la parte de metal, y me dio un gran toque eléctrico que quede pegada; mi papá me vio y lo primero que se le ocurrió (por ser él de complexión robusta y yo una niña pequeña) fue jalarme para que me soltara del refri, pero… ¡oh sorpresa!... no sucedió eso, los dos quedamos pegados, y ya se podrán imaginar la escena. Mi hermana mayor nos vió, y gracias a Dios tuvo la inteligente idea de ir a bajar el switch y fue así como logramos despegarnos; según mi hermana, no hubiera resistido unos segundos más, puesto que ya estaba poniendo los ojos en blanco.
Las más fuertes y traumáticas, en donde realmente sentí que moriría, fue en las dos ocasiones en las que tuve accidentes automovilísticos, el primero, el más horrible que he vivido, lo que pintaba iba a ser un bonito día en la playa, resulto en una volcadura a los pocos minutos de la ciudad, en la que desgraciadamente falleció mi cuñado; los demás que íbamos resultamos muy golpeados pero eso no era lo que nos dolía, el dolor que sentimos fue el de la pérdida y todo lo que eso afectaría. El segundo, a los pocos meses de haber ocurrido el que acabo de contarles, saliendo de la universidad un día que tuvimos varias horas libres y nos dieron salida temprano, yo tuve que quedarme en la biblioteca a fotocopiar unos libros que no había podido comprar y que me servirían para hacer una tarea que entregaría al día siguiente, al salir de la escuela, tomé un colectivo que casi iba lleno, solo subimos dos estudiantes de la escuela y yo, como ya no tenía que subir ningún pasaje y la mayoría bajamos en el centro, ¡iba volando el canijo chofer! Y en una de las avenidas, para ser exactos en la 3ª. Norte y 8ª. Oriente, el colectivo llevaba la preferencia, no sabría decir a que velocidad conducía, pero justo en esa esquina se atraviesa un carro cuyo conductor iba borracho ( o sea… un carro bolo) y choca con este, lo que provocó que la combi volcara y derrapara unos 25 metros, atrancando en un árbol de la banqueta de una casa; recuerdo solamente cuando me sacaban por la ventana y me subían a la ambulancia, con la ropa tinta en sangre y no paraba de llorar; terminando esta triste experiencia en una cirugía de nariz, de la que por cierto no quede bien, porque constantemente tengo la nariz tapada jajaja.
Bueno, ojalá y realmente yo sea como el gato, porque así me libraría de varias más!! Jejeje…
Un abrazo con mucho cariño a todos, los quiero mucho… y gracias por darse el tiempo de leerme.
P.D. A ver si alguien se anima a investigar el porqué el gato tiene 7 vidas jaja ;)
Seguimos en contacto!!